Oh Dios, que enviaste a tu Hijo,
 para que muriendo y resucitando
 nos diese su Espíritu de amor:
 nuestros hermanos, mártires del siglo XX en
España, 
 mantuvieron su adhesión a
Jesucristo
 de
manera tan radical y plena
 que les permitiste derramar su sangre por él y
con él.
 Danos la gracia y la alegría de la conversión
 para asumir las exigencias de la fe;
 ayúdanos, por su intercesión,
 y por la de la Reina de los mártires,
 a ser siempre artífices de reconciliación en
la sociedad
 y a promover una viva comunión
 entre los miembros de tu Iglesia en España;
 enséñanos a comprometernos, con nuestros
pastores, en la nueva evangelización,
 haciendo de nuestras vidas testimonios
eficaces
 del amor a Ti y a los hermanos.
 Te lo pedimos por Jesucristo, el Testigo fiel
y veraz,
 que vive y reina por los siglos de los
siglos.  Amén.