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Estimats amics:

Benvinguts al blog de la Comunitat Parroquial de l’Assumpció de la Mare de Déu a Onda, a la diòcesi de Sogorb-Castelló.

Són els catequistes de la Parròquia els qui llançaren la proposta de crear aquest blog. I com pots vore ja és una realitat. Es tracta d’un camí més per a créixer com a Comunitat, com a família de Déu. Un mateix lligam, que són els “llaços de la fe”, ens uneix. Som deixebles de Crist Ressuscitat i el nostre testimoni de germanor ens fa creïbles. Per això, el Regne de Déu i el seu creixement és el nostre gran objectiu. A partir d’ací la resta de les coses.

El blog no sols és un instrument per a comunicar, ni de bon tros un mostrari per a vore què és el que es fa a la Comunitat. Naix amb la vocació de mantindre la connexió necessària sempre al si d’una família i amb el desig de compartir.

Als qui formeu part de la Comunitat donar-vos les gràcies i demanar-vos la vostra col·laboració, com sempre! Als qui accediu providencialment a aquest blog, donar-vos la benvinguda de tot cor i convidar-vos a formar part d’allò que som. I com be diu una expressió ben nostra: “Benvingut sia qui a sa casa ve!”

Maria, la mare de la Comunitat, germana nostra, vos guarde sempre, als qui accediu al blog i als qui el feu possible!

Mn. Domingo Galindo

divendres, 20 de setembre del 2013

Biografia

D. José María nació en Onda, provincia de Castellón y diócesis de Tortosa, el 26 de octubre de 1874. Al día siguiente recibió el bautismo con el nombre de José María Antonio Bautista. Sus padres, José María Antonio y Carolina, gozaban de buena posición social y económica.

Terminados los estudios primarios en Onda, fue a Castellón a casa de unos tíos, como aprendiz de confitero; pero muy pronto sintió la llamada de Dios. Escribió una carta a sus padres  diciéndoles que quería ser sacerdote o trapense. Al curso siguiente, ingresó en el Colegio de San José de Tortosa, como alumno del Seminario. Recibió la ordenación sacerdotal el 17 de diciembre de 1904 en Tortosa.

El Beato Manuel Domingo y Sol había visitado repetidas veces Onda. En 1885, para salir de los apuros económicos que le agobiaban en extremo en el Colegio de San José de Tortosa, promovió una campaña conocida con el nombre de «el santo billete», por los pueblos de la zona. Don Manuel iba predicando en las parroquias.

Posteriormente estuvo convaleciente en el ermitorio de Santísimo Salvador, de Onda, invitado por D. Juan Villar Domingo, canónigo doctoral de Tortosa. Además en Onda había nacido D. Francisco Osuna, uno de los primeros operarios, y Don Manuel visitaba frecuentemente a su familia.

La familia de D. José María quería fundar un beneficio para él en Onda. Pero Mosén Sol, prendado de su bondad, sencillez y afabilidad de carácter, le invitó a ingresar en su  Hermandad de sacerdotes operarios y D. José María aceptó muy gustosamente para llevar una vida más comprometida sacerdotalmente. Así, pues, siendo ya sacerdote, el 15 de enero de 1905 se incorporó como aspirante a las tareas de la Hermandad, y el 12 de agosto de 1906 hizo la consagración.

Su primer destino fue el Seminario de Jaén, donde trabajó durante  dos cursos como prefecto de disciplina (1905-1907). En 1907 fue enviado al Colegio de San José para vocaciones eclesiásticas de Valencia, donde estuvo como prefecto durante catorce años (1907-1921), y seguidamente otros cinco como director (1921-1926). En 1926 fue nombrado rector del Seminario de Tortosa y director del Colegio de San José, cargo en el que sustituyó al Beato José María Peris. Y los dos últimos años de su vida volvió a ocupar el cargo de director del Colegio de vocaciones de Valencia (1934-1936).

D. José María se distinguía, sobre todo, por su bondad y humildad. Era muy eficaz en las responsabilidades que le encomendaban. Para los seminaristas era un verdadero padre: les daba un trato personalizado e intentaba crear entre ellos un ambiente familiar en el Seminario.

Entre los sacerdotes tenía un gran ascendiente, sobre todo en Valencia donde muchos habían sido discípulos suyos. Cuando los veía en vacaciones, les preguntaba cómo trabajaban apostólicamente, y muy gráficamente les decía que no le gustaban los sacerdotes cómodos y de silla. Todos cuantos le conocieron afirmaban unánimemente que se distinguía por una paz inalterable, por su bondad y piedad. Era muy sencillo y humilde. Exquisitamente prudente. Se desvivía por los alumnos, aunque no se paraba en contemplaciones cuando había que tomar decisiones serias.

El año 1936 amenazaba con nubarrones de muy negra tempestad en el horizonte socio-político de España. Apenas conocidos los resultados de las elecciones del 16 de febrero, comenzaron los problemas. El día 18 tuvieron que enviar a los colegiales de Valencia a sus casas por disposición del Prelado. Y ese mismo día, a las 11 de la noche, se declaró el estado de guerra en la provincia de Valencia. En la ciudad había manifestaciones revolucionarias, intentando quemar iglesias y casas religiosas, y en los pueblos se producían muchos desmanes.

Al estallar la guerra el 18 de julio de 1936, después de poner al seguro con sus familias a los pocos colegiales que había en el Colegio, se refugió en la casa de unos amigos. Su hermano fue a buscarlo y lo llevó a Onda. Pero el pueblo estaba muy convulsionado, y por precaución, estuvo oculto algunos días en una masía, donde parecía estar más seguro. Su familia le llevaba la comida cada día. Pero cuando se publicó el bando para que entregaran, bajo pena de muerte, a los sacerdotes, volvió a casa de su hermano, para no perjudicar a la familia propietaria de la masía donde se ocultaba. Aquellos días de ocultamiento los pasó en continua oración. Con la ayuda de un seminarista, se procuró lo necesario para celebrar la Eucaristía. Estaba convencido que le esperaba el martirio.

El día 7 de agosto, al ver pasar el cadáver del joven coadjutor de Onda, Mosén José Martí, que había sido alumno suyo, se conmovió y exclamó en voz alta: “¡Dichoso tú, hijo mío, que nos precedes; no tardaré en seguirte!”. Para evitar que lo arrestasen también a él, se marchó unos días a una finca.

El 11 de septiembre llegó a Onda la tristemente famosa “columna de hierro” y detuvieron a  todos los sacerdotes, 14 en total, y a 12 seglares. Cuando fueron a prenderlo a casa de su hermano, se arrodilló  delante de su cuñada y su sobrina, pidiéndoles perdón por lo que habían tenido que sufrir por su causa, y rogándoles que perdonasen a sus asesinos como él los perdonaba. No tenía ningún enemigo personal, ni preferencias políticas. Además, no había estado mucho tiempo en Onda.

Llevaron a los detenidos ante el Comité revolucionario. Ese mismo día los martirizaron sin mediar proceso alguno. En el camión  que los llevaba al martirio, D. José María animó a todos a
aceptar la voluntad de Dios y a que se preparasen para morir como mártires por el nombre de Cristo. Todos fueron martirizados el 11 de septiembre de 1936 a mediodía en la carretera de Bechí. Los cadáveres de los 26 quedaron abandonados en el lugar del martirio. Posteriormente todos ellos fueron quemados y enterrados en una fosa común en el cementerio de Bechí. Cuando concluyó la guerra civil, sus restos fueron trasladados al cementerio de Onda.

Los restos de D. José María pudieron ser identificados perfectamente por sus familiares. En Onda se guardó la memoria de este hecho horrendo. Dedicaron una calle a los mártires y cada 11 de septiembre conmemoraban su martirio, e incluso celebraban una eucaristía en el lugar en que fueron ajusticiados.


El 25 de marzo de 2012 se realizó la exhumación y el reconocimiento de restos de D. José y de sus compañeros de martirio en la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Onda.

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