Onda, madrugada del 6 de enero de 2014
Queridos amigos:
Un
año más hemos venido a vuestra Iglesia Parroquial para adorar al Niño Jesús. Ha
sido un momento de silencio… de recogimiento ante este pesebre que nos ha
recordado aquel otro pesebre que visitamos hace ahora 2014 años, en Belén de Judá.
Guiados
por la luz de una estrella nos pusimos en camino y después de un largo viaje,
lleno de peligros y dificultades, llegamos a la cueva de Belén. Estuvimos a
punto de abandonar aquella aventura, pero la fe no nos lo permitía. Al fin,
encontramos a María con su hijo Jesús en brazos y José.
Era
una pareja joven. Ella acababa de dar a luz un niño. Eran pobres. Dudamos por
un momento de que aquel fuese nuestro destino. Buscábamos al Rey de Israel, al
Dios Todopoderoso… lo que descubríamos era sencillo, pobre, pero a la vez,
iluminado con una luz especial, la de la estrella que se posó sobre aquella
cueva. La fe en nuestros corazones se encendió y solo así, por la fe, pudimos
descubrir al Salvador.
Esta
noche, al llegar a vuestra Iglesia nos llenamos de alegría. Vimos un montón de
estrellas sobre el pesebre. Nos recordaron la estrella de Belén. Nos pusimos a
curiosear porque vimos que tenía letras. Vimos muchas oraciones, peticiones,
encargos para Dios, deseos… ¡Qué alegría! De nuevo sobre Jesús en el pesebre
brillaban estrellas llenas de fe.
Como
estamos tan contentos, antes de ir a visitar los hogares de los niños de Onda,
os queremos dejar estas letras. Uniéndonos a vuestras estrellas también
nosotros queremos dejar la nuestra cargada con nuestros deseos, oraciones. Por
todos vosotros, por vuestra Comunidad Parroquial, por vuestras ilusiones y
proyectos, para que vuestro camino siempre sea el de Jesús y que los podáis
recorrer movidos por la luz de la fe, como nosotros hace ahora tantos siglos.
Y
ahora, un favor: ¿nos lo permitís? Os pedimos un momento de vuestra atención.
Cerrad los ojos. Pasad por vuestra mente, como si fuese una película, vuestra
vida, todos los momentos buenos y difíciles que habéis vivido. Fijaos en qué
personas os acompañan… ¿quién está ahí? Ahora, abrid los ojos. Mirad delante y
detrás, a la derecha y a la izquierda, ¿quién está cerca de ti? Mirad, esos son
los verdaderos regalos. Los demás son el gran regalo que Dios nos hace. Cada
uno es camino por el que Dios se acerca a nosotros y por el que nosotros
podemos acercarnos a Dios.
Vivid
ahora intensamente esta mañana de oración. Dios os ha regalado su Palabra.
Ahora os regalará su Pan de Vida. Brillad, pues de alegría porque sois los amigos
de Dios. Y esforzaos cada uno de vosotros para ser un regalo para los demás.
Un
abrazo, os queremos: Melchor, Gaspar y Baltasar.
P.D.
La paja y las algarrobas de primera. Los camellos contentos. El moscatel y los
bombones… inmejorables. Sois los mejores.
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