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dimecres, 25 de juny del 2014

Más de quinientos peregrinos viajan mañana a Lourdes con la Hospitalidad

Este jueves 26 por la tarde comenzará la 57ª Peregrinación Diocesana de la Hospitalidad de Ntra. Sra. de Lourdes. Como cada edición, Mons. D. Casimiro López Llorente acompaña y preside el encuentro que este año tiene como lema “La alegría de la conversión”. El objetivo, “acudir a la gruta a encontrarnos con la Madre para sentir más cerca su presencia en medio de nosotros y, en Ella y a través de Ella, experimentar la bondad, el amor y la misericordia de Dios mismo en su Hijo”.
Eucaristía de envío de peregrinos
Han iniciado el viaje 510 personas, de los que 68 son enfermos y unas 350 estarán al servicio. Provienen de Nules, Onda, Segorbe, Vila-real, Villavella, Castellón, Moncófar, Vall de Uxó, Atzeneta, Alcora, Almazora, Almenara, Artana, Bechí y Burriana . Un buen porcentaje son jóvenes, e incluso niños hasta los 13 años que con el nombre de aguaderos y aguaderas son los encargados de ofrecer agua de la fuente a los enfermos. Según Pascual Aznar, presidente de la Hospitalidad, “ellos son el futuro porque más adelante formarán parte
Grupo de peregrinos de Onda
de otros servicios”.
Durante estos días los fieles de Segorbe-Castellón participarán en las diversas actividades que propone el Santuario y se desvivirán por el buen desarrollo de la peregrinación. Unos atenderán a los enfermos en el hospital, otros trasladan a los que tienen movilidad reducida de un lugar a otro siguiendo el programa, están atentos a que no tengan frío ni calor, guían a los peregrinos con buena salud, o preparan momentos de celebración y fiesta.
Conversión, seguimiento y misión
Pero en todo momento, se quiere preservar la vivencia interior. Para ello el Obispo, en la carta que dirige a la Hospitalidad profundiza tres palabras que “emanan del tema pastoral de este año y que nos han de acompañar en esta peregrinación: conversión, seguimiento pronto de Jesús y misión”.
Sobre la primera, Mons. López Llorente explica que “para estar atentos a las sorpresas de Dios es necesaria la conversión del corazón. Convertirse es precisamente volver la mirada y el corazón a Dios en Cristo para que Él ocupe el centro de nuestra vida personal, de nuestras familias, de nuestras relaciones sociales, de nuestro trabajo profesional y también de nuestra Hospitalidad”. Sobre el seguimiento, asegura que “cuando Dios nos sorprende con su infinito amor, nuestro corazón se siente tan atraído por Él que no puede sino seguirle fielmente con alegría”. Finalmente, el Obispo afirma que “la alegría de la conversión es misión”.


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