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dimarts, 8 de juliol del 2014

FRANCISCO EN EL ÁNGELUS: JESÚS NOS INVITA A SEGUIRLO

''Jesús nos invita diciendo: Venid a mi todos los que estéis cansados y agobiados, y yo os daré descanso -dijo el Papa esta mañana al asomarse a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro-. ''Las palabras de Jesús dan siempre esperanza -continuó-. Esta invitación de Jesús se extiende hasta nuestros días, para llegar a los muchos hermanos y hermanas oprimidos por una vida precaria, por situaciones existenciales difíciles y, a veces privadas de auténticos puntos de referencia''.
''En los países más pobres, y también en las periferias de los países más ricos, hay muchas personas desamparadas y dispersas bajo el peso insoportable del abandono y de la indiferencia. La indiferencia humana hace mucho daño a los necesitados. Y lo peor es la indiferencia de los cristianos. Al margen de la sociedad hay muchos hombres y mujeres probados por la pobreza, y por una vida de insatisfacción y frustración. Muchos se ven obligados a emigrar de su patria, arriesgando incluso su propia vida. Otros cada día llevan el peso de un sistema económico que explota al hombre, impone un ''yugo'' insoportable, que unos pocos privilegiados no quieren cargar. A cada uno de estos hijos del Padre que está en los cielos, Jesús les dice: Venid a mí, todos''.
Francisco recordó que la invitación también se dirige a los que poseen todo, pero cuyo corazón está vacío y sin Dios. ''La llamada de Jesús es para todos -destacó- pero de manera especial para los que más sufren. Jesús promete dar descanso a todos, pero nos hace una invitación, que es un mandamiento: "Cargad con mi yugo y aprended de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón. El "yugo" del Señor es cargar el peso del otro con amor fraternal. Una vez recibido el descanso y la comodidad de Cristo, estamos llamados a su vez a convertirnos en descanso y confort para los hermanos, con una actitud mansa y humilde, imitando al Maestro. La mansedumbre y la humildad de corazón nos ayudan no solo a soportar el peso de los otros, sino a no imponernos sobre ellos con nuestros propios puntos de vista personales, nuestras opiniones, nuestras críticas o nuestra indiferencia''.
Ciudad del Vaticano, 6 julio 2014

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