''Reforzados por el Espíritu Santo – que guía, nos guía a la verdad, que nos renueva a nosotros y a toda la tierra... llegamos a ser capaces de luchar, sin concesión alguna, contra el pecado, de luchar, sin concesión alguna, contra la corrupción que, día tras día, se extiende cada vez más en el mundo, y de dedicarnos con paciente perseverancia a las obras de la justicia y de la paz'', afirmó el Papa Francisco durante la misa celebrada en la basílica de San Pedro en la solemnidad de Pentecostés.
El Santo Padre reiteró varias veces durante su homilía que el Espíritu Santo tanto ayer como hoy guía , renueva y da frutos, actuando en las personas y en las comunidades, y haciéndolas capaces de ''recibir a Dios'', como afirmaron los Santos Padres.
''La tarde de Pascua -explicó Francisco- Jesús se aparece a sus discípulos y sopla sobre ellos su Espíritu; en la mañana de Pentecostés la efusión se produce de manera fragorosa, como un viento que se abate impetuoso sobre la casa e irrumpe en las mentes y en los corazones de los Apóstoles. En consecuencia reciben una energía tal que los empuja a anunciar en diversos idiomas el evento de la resurrección de Cristo... Junto a ellos estaba María, la Madre de Jesús, la primera discípula, y allí Madre de la Iglesia naciente. Con su paz, con su sonrisa, con su maternidad, acompañaba el gozo de la joven Esposa, la Iglesia de Jesús''.
''La tarde de Pascua -explicó Francisco- Jesús se aparece a sus discípulos y sopla sobre ellos su Espíritu; en la mañana de Pentecostés la efusión se produce de manera fragorosa, como un viento que se abate impetuoso sobre la casa e irrumpe en las mentes y en los corazones de los Apóstoles. En consecuencia reciben una energía tal que los empuja a anunciar en diversos idiomas el evento de la resurrección de Cristo... Junto a ellos estaba María, la Madre de Jesús, la primera discípula, y allí Madre de la Iglesia naciente. Con su paz, con su sonrisa, con su maternidad, acompañaba el gozo de la joven Esposa, la Iglesia de Jesús''.