NUESTRO AGRADECIMIENTO
SIEMPRE SERÁ POCO
“Benditos sean los pies de los que
llegan
para anunciar la paz que el mundo
espera,
apóstoles de Dios que Cristo envía,
voceros de su voz, grito del Verbo”
El sábado pasado nos dejaba de forma inesperada Mosén Domingo, nuestro párroco. La noticia nos dejaba perplejos y confundidos. Su repentina marcha nos ha hecho pensar en su paso por nuestras vidas.
Hemos tenido el privilegio de compartir estos años a su lado y no podemos dejar de admirar su extraordinaria capacidad de trabajo. Su entrega constante, su exquisitez en la realización de cada uno de sus proyectos, su presencia incansable en cualquier realidad parroquial, dejarán una huella imborrable en cada uno de nosotros.
Mosén Domingo trató de vivir siempre según el plan de Dios, del que fue consciente a muy corta edad. Su temprana vocación sacerdotal, su paso por el Seminario Mater Dei (que recordaba con asiduidad con un marcado cariño), sus experiencias parroquiales, su implicación en la vida diocesana y el ministerio pastoral fueron los acontecimientos que configuraron íntegramente su identidad
Nosotros fuimos bendecidos con su presencia. Primero como diácono, y posteriormente como vicario y párroco, ejerció toda su vida ministerial en Onda. Es difícil encontrar un solo campo que no fuera atendido por Mosén Domingo en todo este tiempo. Cuidó de la liturgia como expresión necesaria de comunicación con Dios. Nos hizo crecer en la devoción mariana (recordemos los años marianos o las celebraciones de la Congregación de la Inmaculada). Realizó una inmensa labor de restauración y recuperación patrimonial de la casa abadía, la Iglesia de la Sangre y las distintas capillas.
Se acercó al mundo de los enfermos a través de la Hospitalidad de Lourdes y su implicación con la Residencia de Ancianos. Cuidó la catequesis, el acompañamiento espiritual y la formación de sus parroquianos. Revitalizó el recuerdo de los mártires, referencia y memoria de nuestra comunidad. Y favoreció la acogida y atención del hermano pobre y sufriente con el fortalecimiento la Cáritas Parroquial
Quienes tuvimos la oportunidad de mantener un contacto estrecho encontramos a una persona cercana y entrañable.
Transformó la parroquia en un lugar humano y acogedor, cuidando hasta el más mínimo detalle para convertirlo en un espacio agradable. Allí hemos tenido la oportunidad de sentirnos comunidad junto a él. Su ausencia nos ha hecho sentirnos más familia porque compartimos el dolor de su pérdida
Pero Mosén Domingo será recordado sobre todo por ser un buen pastor. Siempre dispuesto a aportar lo mejor de sí mismo por el bien de su comunidad, hizo de la búsqueda de Jesús y del anuncio de Evangelio su razón de existir. Trabajo hasta el extremo por aproximar a su rebaño a Dios, consciente de ser “grano que muere y da fruto”. Fue exigente, como lo es el Evangelio que hemos abrazado. Todo su esfuerzo, todas sus acciones se alimentaban del fuego que el Espíritu Santo puso en su interior.
Hoy descansa en brazos del Padre al que siempre buscó y tanto amó.
Damos gracias a Dios por el gran don que ha supuesto su misión y su presencia entre nosotros.
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